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jueves, julio 02, 2009

¿Sindicalista o soplón?

Un libro escrito por el hijo de un policía cuestiona la trayectoria del líder minero Fernández Villa, al que acusa de ser un confidente y de simular bajas laborales

Es un hombre pequeño, pero duro. Admirado incondicionalmente por sus seguidores y odiado por otros. Apreciaciones personales aparte, José Angel Fernández Villa, secretario general del sindicato minero SOMA-FIA-UGT, ex miembro de la ejecutiva nacional del PSOE hasta el penúltimo congreso, guerrista empedernido, es un peso pesado de la política y del sindicalismo asturiano. Así lo demostró todavía esta semana en Madrid, al frente de la manifestación que congregó a los mineros frente al Ministerio de Industria para protestar contra los incumplimientos en el Plan Minero.

Un peso pesado, al que le ha salido un contrincante también pequeño pero duro, que no puede derrotar ni en las urnas ni en las asambleas a pie de pozo: un libro. Sí, un pequeño libro de bolsillo azul de 306 páginas, titulado Clandestinos y en el que en uno de sus capítulos se afirma que el sindicalista, que se encerró en las Navidades de 1991 en el Pozo Barredo desafiando a su propio partido, fue «un confindente de la policía» hasta 1976 y «delató» a muchos de sus compañeros; y que, además, pone en duda los motivos de una baja que se le concedió cuando estaba liberado ya del pozo Candín, en 1993, y ocupaba el cargo de secretario general del entonces SOMA-UGT.

Un libro que ataca frontalmente su imagen de luchador de la causa obrera y que ha desencadenado reacciones diversas en el seno socialista. Algunos, cuya identidad no quieren que sea desvelada, apoyan la versión del polémico autor, José Ramón Gómez Fouz, un hijo de policía que «dispone de los archivos de los elementos más bajos e inmorales (en referencia a los agentes de la brigada político social) de la sociedad de la época tardofranquista».

Otros, consternados o realmente enfadados, defienden a su jefe y compañero con uñas y dientes. «Lo que se dice es vomitivo», exclama Pedro Castillejo, mano derecha del sindicalista.

Clandestinos, editado por Pentalfa, propiedad del hijo del eminente filósofo Gustavo Bueno, ve la luz casualmente en una época en que la lucha política es más intensa y a los españoles les toca elegir a sus representantes autonómicos, municipales y europeos.

Despedido

En aquella época, explica el autor, Villa no era todavía «excesivamente conocido», aunque sí tenía fama de inquieto pues «en 1969 había sido despedido de la mina junto a otros». El policía Claudio Ramos al tener conocimiento «del rumor o denuncia, que en realidad no comprometía a Villa, ya que el adulterio sólo estaba penado para la mujer (...), dejó aviso en el Bar de Hermógenes para que Villa se presentase a Claudio Ramos en la comisaría porque había una denuncia contra él».

Así, al poco tiempo el líder sindical «se presentó» en el despacho del citado policía. Ramos «habló largo y tendido y, efectivamente, vio a un hombre con inquietudes. Villa le contó la situación en la que se encontraba, sin trabajo. Ramos le dijo que eso estaba arreglado y le metió a trabajar como trenista en la mina Miravalles de su amigo Efrén, en la Colladona, convirtiéndose a partir de entonces en un extraordinario servidor del policía».

El autor pormenoriza varios «chivatazos» del líder sindical: «Le confió a Efrén que siete de los que trabajaban en la mina con él (...), que habían pedido permiso de vacaciones, en realidad habían ido a trabajar a mina Margarita, en Quirós». Villa, que en aquel entonces «estaba cercano a la CNT y pertenecía a las Comunas Revolucionarias de la Acción Socialista (CRAS), dio el primer cante de dos de los pertenecientes al CRAS de Oviedo (...)». «Cuando había reunión de la CNT, la UGT u otra organización clandestina, Villa hablaba con Claudio Ramos y preguntaba si debía ir. La respuesta del policía era siempre la misma: claro, vete y así luego nos enteramos de todo (...)».

Relata Gómez Fouz que «el contacto» del líder sindical con Ramos «era siempre el teléfono personal de su casa. Claudio Ramos (ya muerto), por su parte, o Fuente (que sigue vivo), que también empezaba a recoger el testigo, llamaban al bar del padre de Villa (...) Siempre daban un nombre falso (...) Uno de los lugares de reunión era el local del SECED (el antecesor del CESID, creado por Carrero Blanco)».

Los documentos que aporta el autor en el libro son notas «tomadas a mano por Ramos y Fuente», en las que figura al inicio el nombre de «José Angel». Tienen fecha de 28-12-1975, 3-12-75 y 19-6-76 la última de ellas.

Varios de los supuestos «chivatazos», como el del comité surgido del Congreso de UGT celebrado en mayo de 1976, en el que fue elegido Emilio Barbón, actualmente magistrado jubilado, como secretario general, aparecían ya en prensa y coinciden en algunas de sus descripciones. Igual ocurre con las notas del homenaje póstumo al veterano socialista José Barreiro, en las que la policía apunta los nombres de algunos de los asistentes, mientras el periódico tan sólo nombra a Barbón.

Gómez Fouz también relata cómo «Ramos, a propuesta de Villa, le metió a trabajar en ENSIDESA , en La Felguera (...)». Para un veterano dirigente socialista este dato da «veracidad a la historia porque ya en aquella época nos pareció muy raro que un hombre que fue expulsado de una empresa pública pudiera entrar en otra. Yo ya tenía esos datos a finales de 1988», corrobora el dirigente.

Comida en Mieres

Emilio Barbón confirmó a CRONICA que cuando llegó la democracia asistió a una comida que se relata en el libro, celebrada con Efrén (el amigo de Ramos que supuestamente metió a trabajar a Villa) y otros en un bar de Mieres y en la que, según se cuenta en la publicación, «el empresario minero confirmó a Barbón el trato que él tuvo con Ramos y Villa».

En el mismo capítulo en el que se describen las presuntas confidencias de Villa a Ramos, el autor incluye la reproducción del parte de un accidente de trabajo: «Resbaló por una escalera y cayó flexionado y rotando la columna, golpeándose contra la propia escalera».

Fue el accidente que presuntamente tuvo José Angel Fernández Villa, liberado ya como sindicalista, en el pozo Candín, donde estaba adscrito, el 14 de mayo de 1993. Gómez Fouz también incluye un extracto del libro de bajas de Hunosa de mayo de 1993 «en el que no aparece» el mencionado accidente. En el capítulo 16 del libro comenta el hecho: «Todo el mundo sabe que hace mucho tiempo que Villa ya no entra en el pozo. Pero como figura como accidente, cobra el 100%».

Todos los socialistas consultados desconocían ese accidente de Villa, ya prejubilado. Tan sólo recuerdan que ese mismo año en la fiesta minera astur-leonesa de Rodiezmo (León), «le cayeron unas cajas de sidra en la espalda».

El sindicato SOMA-FIA-UGT entregó una ficha de accidentes a este suplemento de la empresa estatal Hunosa, en la que se hace constar con unas notas escritas a mano que Villa tuvo un accidente en la fecha señalada. Según el sindicato, ese documento certifica la veracidad del accidente. Un portavoz de la empresa estatal señaló que los citados partes deben tener la firma de un médico y el sello de la empresa estatal. Este documento carece de ambas cosas.

La historia se encargará de confirmar si Villa es un héroe o un villano.

Ana Gallego


Publicado en: El Mundo, 6 de junio de 1999.
Fuente: El Mundo.

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